Alguna vez te has preguntado: ¿Porqué como tan rápido? ¿Cuántas rebanadas de pan me comí?
Existen varios factores que influyen en tu dieta y tu peso. Uno de ellos es el medio que te rodea. Me refiero a medio ambiente a todo aquello que está en tu entorno desde el momento en el que te encontrabas en útero materno, hasta ahora que ya eres un adulto que está todo el tiempo sentado frente a un escritorio.
Es cierto que la respuesta que tenemos a ciertos nutrimentos (proteínas, lípidos e hidratos de carbono) no es la misma en cada persona. Esto se debe al conjunto de genes que cada uno poseemos en nuestras células. Sin embargo, hay algo que si podemos cambiar: la elección de los alimentos, la técnica culinaria con la que los vamos a cocinar, el lugar y el tiempo en el que vamos a comer.
El ambiente se convierte en una pieza de ese rompecabezas que vas integrando en tu camino al estilo de vida saludable. En mi experiencia he observado que, por ejemplo: una persona que trabaja desde muy temprano en un mercado y evidentemente no tiene tiempo de regresar a casa a comer; adquiere alimentos densamente energéticos y a un precio accesible de locales o puestitos. Comprendo su entorno, pero ¿Por qué elegir una torta de tamal en lugar de un tlacoyo asado de haba con nopales?
La respuesta es porque las decisiones de lo que comemos se inclinan al antojo y no al hambre. Esto se debe también a que los hábitos dietéticos, que adquirimos en casa desde que somos pequeños, son los que debemos modificar.
Un niño pequeño come los alimentos que quienes están a su cuidado, decidan que coma. Estos adultos deciden comer lo que aprendieron a comer en su casa (hace unos años, cuando eran pequeños). Es una cadena interminable de hábitos que trascienden de generación en generación. Recuerdo un paciente que no podía dejar de cenar su concha con leche, porque era lo que su abuela le daba de cenar.
Debes realmente hacerte consciente de que tu dieta está definida y formada desde que eras pequeño. Sí, no puedes regresar el tiempo y cambiar lo que ya pasó ni desaparecer mágicamente en un abrir y cerrar de ojos todos esos alimentos que no fueron la mejor opción o que no te nutrieron óptimamente. Pero hay algo que si puedes hacer.
Puedes comenzar a cambiar de adentro hacia afuera. ¿Cómo? Piensa diferente, elige diferente y dale la vuelta de campana a un ambiente inadecuado. Si todos en la oficina comen tacos de canasta y refresco todos los días. Te aseguro que será difícil que todos quieran cambiar y comer ensalada y pechuga de pollo con hierbas finas de la noche a la mañana.
La responsabilidad de elegir, comprar, cocinar, y comer es sólo tuya. Si quieres hacer una inversión en tu salud, hazlo ahora. Decídelo y comienza a ser la persona que inspire a los demás a tener un estilo de vida saludable y a envejecer con salud y no con enfermedad.
Cuéntame ¿Y tú qué has hecho para mejorar tu estilo de vida?